lunes, 18 de mayo de 2015

TO BELEIVE, OR NOT TO BELIEVE, THAT IS THE QUESTION

Lo creas o no, en lo que respecta al genoma humano, uno de los descubrimientos que más nos va a sorprender en un futuro no muy lejano, va a ser el gen responsable del espíritu emprendedor. Algo esquivo, ciertamente, pero está ahí, no te quepa la menor duda. Aunque no lo parezca, nos acompaña en un estado digamos... durmiente, o mejor aún camuflado. Imagino que se nos transmitió a través de aquel desenfrenado que compitió con millones para llegar el primero.

¡Menuda actividad, y menuda recompensa!


Todos los humanos nos movemos por interés. Del tipo que sea, cada uno tiene el suyo, pero por interés. Sin interés, nadie mueve el culo. Nos han educado en el dame pan y dime tonto, nos hemos acostumbrado y adaptado a sus efectos. El más tonto hace relojes, y por interés, no por otra cosa, nos hemos sumado a la cultura de la beca, la ayuda, el subsidio, la prestación, el premio... y un largo etcétera. Pero el pan se acaba y la insatisfacción aumenta. La necesidad de la situación obliga. Al panadero se le agota la harina. El circo puede sedar el hambre, pero hasta cierto punto, y ya va habiendo más payasos que espectadores. Esto es insostenible.

Hace pocos siglos cuando no había escuelas, ni fábricas, ni inseminación doctrinal televisiva, el que no espabilaba se quedaba con el culo al aire. Y ahora está pasando lo mismo, pero con vaselina, con mucha vaselina. Pregúntale a tu tatarabuelo a qué colegio fue o en qué empresa trabajó. ¡Le sonará a chino! Tuvo que buscarse la vida como buenamente pudo, sin la ayuda de nadie, emprendiendo.

Los tiempos están cambiando, volvemos al pasado, menos mal que la genética está de nuestro lado.

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